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Mover el punto de encaje

Lección 8

Al volver mis ojos en el tiempo recuerdo aquella niñita que sentía ser solo un ser sin pensar si era niña o niño. Ese es el recuerdo de mi niñez. Simplemente era. Y cada día al levantarme salía corriendo al balcón de atrás de la casa para mirar al volcán Galeras que cada mañana portaba un sombrero blanco.

Recuerdo la monedita de la suerte que me encontré tirada en algún rincón y que pensé era mi amuleto. Recuerdo las manzanas 🍎 diminutas que encontraba en el césped de la colina a donde íbamos a caminar los domingos con mi madre y mis hermanos. Eran el regalo de la colina.  

Recuerdo cuando los altísimos, frondosos y hermosísimos árboles de la Avenida Colombia, donde quedaba nuestra casa, desaparecieron un buen día y todo para mi se volvió triste, gris. Los extrañé muchísimo, tanto que esa lejanía viene a mí a menudo y llena mi existencia con su amargor. En su presencia me sentía libre, segura, amada.

Recuerdo las impresionantes montañas andinas con sus abismos insondables y mi ser se fundía en ellas. Realmente amé el lugar mágico donde mi ser había llegado. 

La ciudad de mis recuerdos ya no existe. La Villa Viciosa Ciudad de los Pastos, así se llama.

Salí de ahí a los 17 años para sólo retornar en vacaciones y al venirme a vivir definitivamente a Suecia todo cambiaría y jamás volvería a encontrar las calles, la gente, y hasta la colina de las manzanitas rojas. Mi amiga la colina se ha llenado de casas, pero el volcán, mi poderoso amigo, sigue allí. Sólo él. Esperándome. 

A los 20 años encontré en Bogotá, Colombia, a Don Juan y a Carlos Castaneda a través de la literatura y no volví a separarme de ellos. Y mi vida se llenó de un sentido mágico.

En mi sueños tuve la impresión de conocerlos personalmente a ellos y a los demás. Pero siendo joven, no me gustaron. Eran campesinos y yo era una chica refinada, universitaria de ciudad. 

Sin embargo ya había mordido el anzuelo. Frenéticamente buscaba lugares, personas, acontecimientos que me pusieran en contacto con ellos. Mi obsesión era muy secreta, pero mi intento era irrevocable. Me había unido a su mundo y practicaba a mi manera los pases mágicos. 

Acontecimientos de diferente índole me apartaron a veces de mi camino con corazón pero como había aceptado el llamado del espíritu siempre retornaba, quisiera o no, a él.

Llegué a Suecia y ya había olvidado a mi ser interno. Y aquí encontré a mi pinche tirano y comencé a recapitular. Cuando el espíritu vio que había recapitulado suficiente, seguí con la fase de terminar de leer la obra de Carlos Castañeda. Cuando terminé de leerla vinieron los encuentros con los seres mágicos. 

Y por último llegó Pilar a mi camino. Comencé a asistir a los encuentros diarios, en mi afán de buscar que mi cuerpo energético esté conmigo como cuando niña. 

Simplemente tenía que estar allí. Y ha sido realmente necesario para mi propósito, mi presencia entre ellos. Pilar me ha enseñado una serie de pasos que no conocía y que surten el efecto de silenciar mi diálogo interno.

También surten el efecto de mover mi punto de encaje a la percepción del amor de los seres que me rodean. Igual que mi ciudad también ya no soy quien era, pero lo más hermoso es sentir que con Pilar y los demás practicantes de Being Energy somos lo mismo, una parte del Nagual. 

Pilar te quiero montones.

Margot Delgado. Docente en Suecia.

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